Cuando un grupo de inmigrantes alcareces, nos reunimos para formar "La Sociedad Alcara Li Fusi", seguramente no pensamos que ésta podría llegar a tener la relevancia que posee en este nuevo siglo.
A nosotros, hombres soñadores, no nos guiaba un sentimiento de mezquinos intereses individuales y nuestras ambiciones iban muy lejos: extender en esta Patria Argentina los lazos de fraternidad, nacidos en nuestro querido pueblo natal: Alcara Li Fusi.
Fue aquí en la ciudad de Rosario, donde nos autoconvocamos para llevar adelante nuestro propósito e integrar una Asociación que llevara el nombre de nuestro pueblo natal. Se constituyó así, por obra de estos pioneros, la primera institución siciliana de la ciudad, de carácter social, mutual y cultural.
Los principales fines eran la unión de los hermanos aclareces, reunir medios económicos para ayudar a los socios necesitados y mantener las costumbres y tradiciones de la tierra natal. La reunión constitutiva se realizó en un bar de calle Mendoza al 5500. El 1º de septiembre de 1957 asumió la Primer Comisión Directiva.
Sicilia
Tierra sedienta:
abrevada por la sangre
de tus conquistadores y conquistados;
de tus dominadores y dominados;
de tus invasores e invadidos.
Fueron dignos y altaneros
los sometidos de ayer
y a tu arcaica esencia,
olvidan reivindicar
tus hijos de hoy.
Tierra de tu gente:
con sus llantos y alegrías,
con su dramaturgia y sus músicas,
con sus letras y cinceles,
con sus tarantelas y mazurcas.
De mandolinas y fiscaletos,
con sus mariolos y carcachas.
Tierra Calcinada:
por tu Sirocco, sofocante y arenoso
de estepas y pedregales,
de desiertos y sembradíos,
de higueras y nopales,
de naranjos y vides,
de castaños y olivos,
de amapolas y nogales.
Tierra de sentimientos:
de amores y de odios;
de espíritu verborrágico
y de gestos sutiles y herméticos.
De fidelidades y “vendettas”;
de navajas y pólvora;
de honores y deshonores;
de honras y deshonras.
Tierra bañada de mares:
atiborrada de orgullo milenario
por una dinastía de héroes,
de cíclopes, de sirenas y de ninfas,
en templos rebozantes de mitología
y anfiteatros saturados de dramas
y en esta tierra de conjunciones
en un crisol de razas se confundieron
en la diversidad de los colores,
de las lenguas, costumbres y sabores.
Tierra de emblemas,
en una cara pálida de mujer alegre
y genuflexas, sus tres piernas de doncella;
Gorgona fiel de la abundancia.
Trigo cribado al viento;
aroma de albahaca en la brisa ardiente
y de un contadino, la esperanza
de cosecha, en un Agosto mediante.
¡Que viva esta tierra! Sedienta,
con sus gentes y sus sentimientos,
bañada de mares, calcinada
y en la Trinacría, como emblema
su alma contenida.
¡Que viva la Sicilia!
Aldo Franco Agueci